viernes, 26 de octubre de 2012

LA VENGANZA DE LA NUBE AZUL.



Me tome mi tiempo para poder escribir la siguiente historia porque no asimilaba el hecho de que las cosas ocurrieran por culpa del odio que la nube desplego en mi.

A un artista de mis cualidades cuando le plantean un proyecto de cualquier envergadura lo termina no importa los obstáculos que se le presenten en el camino. Pues para ir entrando en materia había que darle feliz término al proyecto de las nubes, ya tenía la pintura blanca y el pincel prestado para entrarle y darle los toques finales.

El asunto fue que una de las nubes estaba destinada a hacerme la vida imposible, y suponen bien si adivinaron que la nube que me condeno fue la que le pase con el rolo por encima sin miramientos.

Pero como mis instintos están muy desarrollados toma la sabia decisión de empezar por la nube que no me ha dado problemas y que por demás esta mas fácil de retocar en color blanco para que quede lo más realista posible, cuando termino con esa y voy arrancar con la segunda veo q me da brega entrarle ya que no está bien definida y tuve que tomarme un momento para planificar el mejor trazado.

Levanto mi mano derecha y confieso que tuve que acudir al etílico para poder elevar mis conocimientos a otro nivel y así disponer del pincel con mejor agilidad; para los fines asalte la nevera y me encontré con un vino que mi TTP me dio en una sustracción en la casa del compadre de la M que se había hecho en meses anteriores y que usaría como catalizador para poder enfrentar la ira de la nube.

Pues para no alagar mas el cuento, luego de darme par de copetines, de calcular el trazado, de hacer un buen uso del pincel prestado termino las líneas y el relleno que se necesitaba para terminar la nube diabólica, admito que tuve que darle tres o cuatro manos de pintura blanca para poder tapar el azulado que el rolo hizo en la primera etapa.

Cuando por fin voy a recoger todo paso lo impensable, se me cayó el ponte donde alojaba la pintura al piso pero en cámara lenta y en 3D pintando todo a su alrededor menos las nubes, salpico las paredes, una cama y dos ventanas y como si fuera poco me convertí en el dálmata azul que solo en los sueños raros de ustedes podre encontrar.

viernes, 12 de octubre de 2012

MIS PRIMERAS NUBES Y PAPA PITUFO.



Resulta y viene a ser el caso que cada uno de nosotros tenemos ciertas venas que deberíamos de explotar más a menudo. Como deben saber la vena artística tiene sus ramificaciones y la que me toca a mí contar en esta ocasión no es otra que la de la pintura.

Los que me conocen muy de cerca saben que soy todo un tolete con la brocha y el rolo cuando los tengo en la mano y si estoy bajo los efectos del etílico pues ni Guillo Pérez, ni Picasso, ni cualquier otro grande que a ustedes se les ocurra mencionar me dan por los tobillos.

Para ir entrando en materia, a mí se ha indilgado una tarea que en el papel era fácil pero que llevarla a cabo para mí fue todo un reto y una aventura espeluznante. Se me ha dicho: mira ahí la pintura, y ahí está la pared y por cuestiones musicales me acorde de la canción que dice:  

Ahí está la pared 
Que separa tu vida y la mía 
Esa maldita pared 
Que no deja que nos acerquemos 
Esa maldita pared 
Yo la voy a romper cualquier día 
Ya lo verás mi querer 
Tú volverás ese día 

El asunto es que yo no tengo problemas y como pintor con características únicas digo: “manos a la brocha”. Lo que este pintoresco artista ignoraba era que la pared en cuestión tenía dibujadas a pulso dos siluetas de nubes y un arco que se utilizaría para rellenar de varios colores para que hiciera las funciones de arco iris.

Yo me quedo algo estupefacto por las siluetas encontradas y llamo para pedir indicaciones de cómo ha de tratarse el lienzo de cemento y me indican que la pared ha de ser pintada de azul con la media lata que me dejaron para que simule el cielo y las nubes han de ser pintadas de blanco para hacer todo el contraste. Obviamente a estas alturas de juego han de saber que la obra que se asigno es la habitación de un pequeño que para los fines futuros lo llamaremos Papa Pitufo (en breve les cuento el porqué del apodo).

Pero como me encantan los retos asumo mi rolo y empiezo la obra no sin antes acomodarme colocando algo de música para la ocasión, comenzando con algo de salsa y guaguancó pero en lo único que falle fue en no guarecerme con un vaso lleno de licor. Cosa que lamentaría mientras la obra se llevara a cabo. 

Me pongo mis ropas de artistas y comienzo a pintar, arranco con la brocha y pinto los bordes y otras partes, me detengo con toda calma y me robo un pincel algo fino que luego me entere que se utilizaba para las mujeres pintarse la cara para hacer las siluetas y el arco iris, pero fajado media hora con cada nube y diez minutos con el dichoso arco, cuando termino con los sudores y tembloroso por la falta de alcohol en las venas contemplo mi obra maestra y digo estamos bien encaminados nada más me falta entrarle a la pared y salir del proyecto infantil asignado.

Ya que no tengo el liquido vital que convierte a los simples mortales en grandes artistas renombrados subo la radio a todo volumen para dejarme llevar por las notas musicales cuando comienza a sonar Ray Barreto con “patorita tiene guarare conmigo”… fua se fue la luz. Yo miro para todos los lados y me digo anda pal carajo pero el pobre no tiene suerte.

Ya sin etílico y sin música tuve que sin muchos rodeos entrarle a la pared para ir apurando el paso y no me tomara toda la tarde, total es una sola pared en breve estará como nueva, pues sigo el protocolo, echo mi pintura en la bandeja, tomo el rolo lo empapo bien y comienzo a darle para arriba y para abajo con todo el gusto del mundo, pero encuerdao porque estoy sin saborear trago de nada.

Y rolo para arriba y para abajo cuando en una me freno y me digo para mis adentros: “santas acuarelas y ahí no había una nube…??”. Me quede atónito cuando me doy cuenta que le he pasado con todo y rolo a una de las nubes que me dio tanto trabajo trazar con el pincel robado. No me quedo de otra que parar todo y buscar la manera de echar para atrás el error tan garrafal que he cometido por no estar equipado debidamente para tan difícil labor.

Voy al lavadero y tomo un trapo viejo (hecho a la fuerza) para al menos salvar las líneas curveadas y ver luego que explicaciones doy al respecto pero sé que le echare la culpa a la falta de romo en mi sangre; pero a penas salgo del atolladero y se me ha ocurrido la brillante idea de bajar al colmado de enfrente a comprar al menos una cervecita para apalear el calor y engañar la mente por un breve instante.

Subo peor que como baje porque me topo con la cruel realidad de que una Jumbo de una fría cuesta cien machacantes (entiéndase cien monedas de las denominaciones de un peso oro), pero ya no había vuelta atrás, estaba destapada la botella y tenia vaso en mano, me bajo de dos tragos largos casi media botella y siento el frio corriendo por dentro de mí y digo: “vamos al mambo”. Vuelvo y echo mi pintura en bandeja cojo el rolo y a seguir pintando, total ya con media nube dañada que mas me podría pasar (pensamiento erróneo de mi parte).

La segunda nube quedo de óptica porque esta vez estaba más pendiente y no cometí la equivocación de pasarle por encima; cuando termino de pintar, me echo para atrás y contemplo que la pared no está quedando como debería y cuestiono mis dotes de artistas por primera vez en mi vida. Decido bajar el rolo y la brocha y esperar que seque la pintura para darle una segunda mano para ver si al menos mi honor no queda manchado.

Me tomo un pequeño descanso, como algo y me recuesto un momento para cuando la pintura haya secado entrarle rápido a la segunda mano. Entre todo el trajín se me ha olvidado que en la casa se encuentra un infante muy travieso de apenas dos años que no se cómo abrió la puerta de la habitación y se cuela dentro de la misma. Luego de un rato escucho un silencio sepulcral y a lo lejos oigo una voz que dice: “mami”. Miro para todos los lados y digo: “la crema”; salgo disparado para la habitación cual flecha fue disparada por un arco y me encuentro en el escenario al pequeño embarrado de pintura comenzando por las manos y terminando por el pecho solo de color azul porque por detrás tenía una raya (tipo pepe le pew) de pintura roja y no de cualquier pintura roja, era de la que se usan para pintar gabeteros y sus derivados, que cabe decir que se pinto por estar husmeando en otra habitación donde recién habían pintado un gabetero ; y así nace el apodo de Papa Pitufo.

El pequeño me miro con unos ojos llenos de duda preguntándose qué fue lo que hice. No me quedo de otra que cargarlo y llevarlo al lavadero para hacer todo lo posible de quitarle la pintura recién adquirida; cuando le quito todo me encuentro con que en el pamper había un regalito de esos que tiene olores no muy agradables. Cojo dos galones de agua y le echo uno para que la pintura vaya aflojando y cojo el trapo para limpiarlo, admito que hice un trabajo prolijo, el problema era la pintura de la espalda que no había agua con jabón que la quitara. Lo que diré a continuación me dolió como si fuera a mí. Miro para todos lados y no veo que utilizar para pasarle y no dejar el rastro rojo, cuando me topo con una botella de tiner, todo el que ha pintado sabe lo mucho que pica en la piel cuando uno se pasa un poco, imaginen ustedes los estragos que puede causar en una espalda de un infante, pero no me quedo de otra, le indico que se agarre de la llave que voy para encima, cojo el trapo con un poco del liquido y le paso sin guayar claro cuando pega un solo grito de alarma y comienza a saltar cual chivo salta la verja del corral; raudo y veloz le echo agua fría y paso de nuevo jabón para volver a echarle agua y envolverlo en una toalla para sacarlo del lavadero.

Pasado ese episodio llega la luz y me introduzco a la habitación, me tranco para que no vuelva papa pitufo, subo mi música y tomo nuevamente el rolo para culminar con la obra ya empezada.

Obviamente que las criticas no dejaron de llover porque me pase un poco cuando le pase con el rolo por encima a una de las nubes pero me defendí diciendo que me faltaban las herramientas adecuadas para la tarea asignada y por otro lado la pared quedo como nueva cosa que objetaron por el daño causado a la nube, que si se analiza bien se resuelve pintándola del color que va y que de seguro me tocara también esa tareíta.

Moraleja: De lo anterior contado aprendí que no se debe comenzar un trabajo artístico sin conocer todos los detalles y mucho menos andar desarmado de etílico.