lunes, 22 de julio de 2013

Las Tarjetas Voladoras.



Esta historia pertenece a una saga que hace tiempo que se comenzó a escribir pero que por asuntos ajenos  a mi voluntad tuve que esperar un tiempo prudente para hacerla pública. 

Esta es corta pero sabrosa, resulta y acontece que para realizar un casamiento es necesario entre otras cosas invitaciones para que las personas que usted quiera que asistan tenga la hora y el lugar del evento (que un compañero del cuarto oscuro dijo: evento catastrófico) y así no anden perdidos en belén con los pastores.

Pues por recomendación que hice yo mismo a un hermano del cuarto oscuro que hace tiempo cayó en el vacio fui a un sitio donde las hacen a un módico precio pues para que entiendan el realizar estas actividades entre las pocas cosas buenas es que te refuerzan el chin de economía que aprendiste en la uasd para poder estericar el peso (literalmente).

Pues me dirigí al sitio y efectivamente tirando numeritos se pudo hacer el acuerdo y se hizo una cantidad considerable o realmente la de las personas que podíamos costear para el magno evento del año como lo catalogo el inseparable mantequita.  

Cuando estuvieron listas se pasaron a recoger para entonces darle el arreglo final, si porque a todo esto mi querida consorte quiso adornarlas a su manera y con los colores de la boda ya que iba a recibir ayuda de algunas miembros de su familia que habían acudido al llamado (de la patria)  y que gentilmente pondrían en práctica el curso de manualidades 2.0 aprendido en el colegio cuando eran unas muchachitas.

La vaina es que yo sabía que iba a salir mal parado de este baile porque me olía a que tendría que de alguna manera amarrar aunque sea una cinta.  Y mis predicciones se hicieron realidad cuando le pregunto que para cuando está pautado que se reúnan las elegidas para el trabajo de remozamiento de las invitaciones y ella con su cara tan linda me dice que solo estamos nosotros (ella y yo) que tenemos que meter mano.

Cuando sacamos todos los materiales y nos sentamos para empezar a armar el muñeco nos miramos la cara y dijimos esto no es para nosotros, no hay forma que demos pies con bolas para resolver esto rápido, si porque se supone que deben de entregarse con un mínimo de un tiempo prudente cosa de que los invitados apunten en su agenda  que en la fecha determinada vayan y nos hagan compañía.

Solamente en la primera que tenía en las manos me doy cuenta rápidamente que necesitamos ayuda, pues me puse a rebuscar en mi agenda y me tope con que una querida amiga-hermana de hace un tiempo que poseo entre mi circulo le doy un telefonazo y le explico lo que tenemos entre manos (enredados) y me dice sin mucho apuros que le lleve los materiales y las invitaciones que ella nos ayudara sin problemas. Sentí un alivio tremendo al escuchar esas palabras.

Días posteriores paso por donde mi amiga que me extendió su mano para armar esta tarea lo primero que me dice que de cuando a donde nosotros tenemos aptitudes para el arte, que eso debe de hacerlo una persona con experiencia en el área,, eso  y otras cosas mas dijo, bueno realmente me relleno como un pastelito (muerta de la risa ella) pero el que busca ayuda tiene que soportar de cualquier forma el humor de los demás.

La situación ya estaba resuelta en breve días me entregaban el trabajo listo que si nos hubiésemos quedado con eso en la manos aun en la fecha de publicación de esta peripecia no habríamos salido a camino; pues me hacen formal entrega de las invitaciones pimpiadas y las clasificamos de acuerdo a como nos tocaban, solamente hacía falta el detalle de ponerles el nombre y listo, luego me tocaba a mi salir como cartero a llevar cartas.

Y es aquí cuando empieza lo sabroso, luego de clasificarlas y echarlas en una funda cuando me toca a mí el día de salir a repartirlas es cuando adquieren el titulo de la historia; sencillo el asunto se da un lunes cualquiera en el que tengo que levantarme, preparar a el travieso que va desde calentarle el agua para el baño, darle el primer biberón, cambiarlo para el colegio, preparar el bulto, mochila y lonchera del colegio mas el bulto con su ropa, comida y demás cosas que usara durante la estadía donde mi madre luego de que sale de la escuela, tengo que recoger todas las fundas de basura de los zafacones (tareas domesticas), beberme un poco de yogurt para amortiguar en lo que desayuno y dejar todo más o menos decente para cuando regrese en la noche no tener tantas cuentas pendiente, sin contar que tengo que estar vigilante para que el travieso no se ensucie el uniforme o haga otra travesura (dígame usted quien lee sino tengo razón a que se me funda un fusible en alguna vuelta), pero todo iba bien hasta que mi padre me fue a buscar, si porque a todo esto La Verdadera hizo otra de las suyas y decidió dañarse dejándome a pies hasta nuevo aviso.

Me tocan bocina y ya ustedes se van a imaginar esta peripecia, entre la llovizna que nos trae la temporada tengo que bajar al travieso con todos sus bultos, mas las fundas de basura y también con la funda de las invitaciones, trancar la puerta y bajar una segunda con la mayor de las precauciones, cuando llego al parqueo hice todo según el manual, entre al travieso al carro con sus bultos, deje las fundas de basura en el baúl y por cosas de la vida puse la funda de las invitaciones en el techo del carro, entro al vehículo y amarro al travieso con su respectivo cinturón de seguridad y le digo a papi dale hacia adelante que estamos tarde.

Lectores les juro que me olvide de las invitaciones hasta que llegue a donde mi madre luego de haber dejado al travieso en el colegio y llamo a mi padre que se fue porque tenía que salir a hacer otra diligencia en lo que me acuerdo que noto que me falta una funda y no precisamente las de basura porque todas están en el contenedor y digo una frase célebre: la acabo de macar.

El viejo me dice que no encuentra nada dentro del carro y me puse a darle cráneo para saber cómo fue que me monte y allí recordé que había depositado la funda de las invitaciones en el techo las cuales obviamente tomaron alas porque cuando llamo a la cuñada a la casa para que me haga el favor de bajar al parqueo a ver si las veía me dice que no están, sigan en su imaginación para que tengan una idea de la cara que puse cuando tuve que llamar a la doña para explicarle lo sucedido diciéndole que las invitaciones después de tanta lucha que nos dio salieron volando.

Ella sin inmutarse llama a su hermana y le dice que salga bajo pleno aguacero a la calle haber si por casualidad de la vida las encuentra, porque a todo esto ya estaba con los testículos a cheles porque el problema no era que se dañaran ni el costo de volverlas hacer, el problema es que no había mucho tiempo para ya salir a entregarlas y por casualidad de la vida me llama y cuando creo que me dirá hasta del mal que me puedo morir solo atina a decirme literalmente:

 “Mira la funda apareció empapada de agua y algunos carros le pasaron por encima, comienza a rogarle al TODO PODEROSO que algunas se hayan salvado para que tu y yo no bailemos un merengue bien pegado”.

En ese momento sentí un frio visceral que me recorría en el cuerpo hasta el punto que se me quito el hambre del desayuno y me fui con el chin de ánimo que me quedaba para mis labores cotidianas, porque mi miedo no era que me fueran a dar con la plancha o con algún otro objeto contundente (preferible en ciertos casos) sino a la pela de lengua que me esperaba por tal error cometido.

Luego de terminar el día y ya de regreso a la casa pero sin querer llegar a la puerta mando primero al travieso para que me avise si hay moros en las costas para yo saber que capa ponerme para lo que se avisa me encuentro con la grata sorpresa primero que la doña no le tocaba amanecer en la casa por asuntos labores y segundo que las invitaciones un 85% estaban en perfectas condiciones, ósea que no me fue tan mal como nos los imaginamos y gracias a DIOS y a la sabiduría de la doña por mandar hacer invitaciones extras (por si pasaba algún imprevisto, claro no como el mío) se pudo salvar todo y mas allá se pudieron entregar sin mayores contra tiempos salvo la previa amenaza que me hicieran de que si volvía a pasarles algo a las invitaciones mejor que no regresara a la casa.

Pero es como yo digo, todo obra para bien porque si no hubiese pasado eso, no estaría publicando esta bella historia, no agradeciera a todos los que se involucraron en esta aventura y mucho menos estaría interno o tirado sabrá dios en que zanja por ahí y ustedes no hubiesen comido pastel.

3 comentarios:

  1. jajajajajajaja...guayyyyyy...me muero, que ocurrencias, que cosas, bien le dije a la se♦ora que después de la boda se reirían de todo lo que acontece en una boda, muy buena tu narración y el boche de la señora hacia ti, simplemente no podía esperar menos...jajajaja, fue la parte mas sabrosa como dices...jajajaja...muy bien, por tu blog!!!

    ResponderEliminar
  2. Oh rayos! Me imagino que te pusiste blanco como Brat Pitt cuando te dieron tu respectivo boche. Al menos todo terminó sin preocupaciones

    ResponderEliminar