Como parte de la saga matrimonial tengo que contar las
vueltas que tuve que dar para comprar los anillos que por no llevarme de la voz
de la conciencia fue más la pata que se dio que el tiempo durado pagando por
las joyas.
Una mañana caliente de uno de mis días libres salgo para el
mundo a hacer las diligencias pertinentes para conseguir las joyas que se
utilizan para sellar los compromisos maritales para la eternidad; algo me dijo
que fuera de una vez por todas al sitio donde se cotizo desde el principio para
así evitar el estrés y las vueltas que se dio por la terquedad de buscar otros
sitios para comparar precio y calidad.
Realmente visite cuatro lugares y en ninguno me gusto lo que
vi porque no representaban el significado que buscaba y que quería expresar.
Además que los precios variaban mucho de un lugar a otro por casi lo mismo pero
la calidad no me impresionaba.
Cuando me doy cuenta de que el combustible se me agota y ver
que las opciones se achicaban tome la decisión que evitaba por el simple hecho
de llevarme la contraria a mí mismo y termine llegando al lugar donde se había
cotizado originalmente.
El personal que me atendió fue muy cálido y no pusieron
objeción cada vez que les hacia alguna petición de lo que veía; al final ellos
no eran tontos porque lo que interesa es vender y no les quedaría de otra que
ofrecer un buen servicio.
No me quejo por el precio pagado porque hasta descuento me
salió pero la verdad es que hacer diligencias matrimoniales no es nada fácil.
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